El juego fue aplicado a un grupo de 10 estudiantes, de entre 12 y 14 años, de la Escuela Rural Aquelarre de Quicaví, ubicada en la comuna de Quemchi de la Isla Grande de Chiloé (Chile).  La dinámica del juego permitió que los niños y niñas participaran de forma más espontánea y con menos vergüenza. A partir de lo anterior, se pudo identificar factores menos evidentes de las movilidades archipelágicas, por ejemplo, las temperaturas corporales y la relación de los sentidos, como el tacto y el oído, en los trayectos.